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Evangelio de hoy Viernes: Lecturas del día de hoy 29 marzo 2024

Santo Evangelio de hoy Viernes con las Lecturas del día de hoy 29 marzo 2024. Una reflexión para el Evangelio del día explicado: Palabra diaria y Liturgia del día

Al reflexionar las lecturas de hoy se ayuda al corazón a albergar al mismo Dios. Medita ahora el Evangelio de hoy explicado, con las lecturas del día.

Evangelio de hoy Viernes y Lecturas del día 29/03/24 Reflexión del Papa Francisco: Escucha el Audio Evangelio del Día explicado según San Juan 18,1-19,42

"Evangelio de Hoy Juan 18,1-19,42 Junto a la Cruz estaba su Madre"

Santo Evangelio de hoy viernes y reflexión con las Lecturas de hoy 29 de marzo, 2024. Evangelio del día explicado según San Juan 18,1-19,42. Palabra diaria de hoy: "Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María Magdalena". (Viernes Santo: Triduo Pascual).

"De frente a la Cruz nos sentimos hijos y no "cosas" u objetos". (Reflexión del Papa Francisco sobre el Evangelio de hoy)

Índice de lecturas.

Celebración del día:

Oración del Viernes Santo: Oraciones de Semana Santa
En la Oración del Viernes Santo vemos que Dios envió a su Hijo a morir por nosotros, Meditación del Viernes Santo: Triduo Pascual, Oración de Semana Santa

Mensaje del Evangelio:

¿Qué nos enseña hoy en día el Evangelio?: Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María Magdalena. (Cf. Evangelio según San Juan 18,1-19,42)

 

Reflexión y oración para el Viernes Santo, Viernes de Semana Santa

Lecturas de hoy sábado.

Isaías 52,13-53,12: "Él mismo fue herido por nuestros pecados". (Cuarto oráculo del Siervo de El Señor)

Sí, mi Servidor triunfará: será exaltado y elevado a una altura muy grande. Así como muchos quedaron horrorizados a causa de él, porque estaba tan desfigurado que su aspecto no era el de un hombre y su apariencia no era más la de un ser humano, así también él asombrará a muchas naciones, y ante él los reyes cerrarán la boca, porque verán lo que nunca se les había contado y comprenderán algo que nunca habían oído.

¿Quién creyó lo que nosotros hemos oído y a quién se le reveló el brazo del Señor? Él creció como un retoño en su presencia, como una raíz que brota de una tierra árida, sin forma ni hermosura que atrajera nuestras miradas, sin un aspecto que pudiera agradarnos. Despreciado, desechado por los hombres, varón de dolores y habituado al sufrimiento, como alguien ante quien se aparta el rostro, tan despreciado, que lo tuvimos por nada. Pero él soportaba nuestros sufrimientos y cargaba con nuestras dolencias, y nosotros lo considerábamos golpeado, herido por Dios y humillado. Él fue traspasado por nuestras rebeldías y triturado por nuestras iniquidades. El castigo que nos da la paz recayó sobre él y por sus heridas fuimos sanados. Todos andábamos errantes como ovejas, siguiendo cada uno su propio camino, y el Señor hizo recaer sobre él las iniquidades de todos nosotros. Al ser maltratado, se humillaba y ni siquiera abría su boca: como un cordero llevado al matadero, como una oveja muda ante el que la esquila, él no abría su boca. Fue detenido y juzgado injustamente, y ¿quién se preocupó de su suerte? Porque fue arrancado de la tierra de los vivientes y golpeado por las rebeldías de mi pueblo. Se le dio un sepulcro con los malhechores y una tumba con los impíos, aunque no había cometido violencia ni había engaño en su boca. El Señor quiso aplastarlo con el sufrimiento. Si ofrece su vida en sacrificio de reparación, verá su descendencia, prolongará sus días, y la voluntad del Señor se cumplirá por medio de él. A causa de tantas fatigas, él verá la luz y, al saberlo, quedará saciado. Mi Servidor justo justificará a muchos y cargará sobre sí las faltas de ellos. Por eso le daré una parte entre los grandes, y él repartirá el botín junto con los poderosos. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los culpables, siendo así que llevaba el pecado de muchos e intercedía en favor de los culpables. Palabra de Dios.

Salmo de hoy.

Salmo 31(30): "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". (R)

En ti, Señor, me refugio; que nunca me avergüence. En tu justicia rescátame. En tus manos encomiendo mi espíritu; tú me redimirás, Señor, Dios fiel. /R.

Para todos mis enemigos soy objeto de oprobio, hazmerreír de mis vecinos y espanto de mis amigos; los que me ven en el extranjero huyen de mí. Soy olvidado como los muertos que no se recuerdan; soy como un plato que se rompe. /R.

Pero mi confianza está en ti, Señor; digo: "Tú eres mi Dios. En tus manos está mi destino; rescátame de las garras de mis enemigos y de mis perseguidores". /R.

Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo; sálvame en tu bondad. Ánimo y ánimo, todos los que esperáis en el Señor. /R.

Segunda Lectura.

Hebreos 4,14-16; 5,7-9: "Jesús aprendió la obediencia y se convirtió en fuente de salvación para todos los que le obedecen".

Hermanos y hermanas, desde que tenemos en Jesús, el Hijo de Dios, un Sumo Sacerdote insigne que penetró en el cielo, permanezcamos firmes en la confesión de nuestra fe. Porque no tenemos un Sumo Sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; al contrario, él fue sometido a las mismas pruebas que nosotros, a excepción del pecado. Vayamos, entonces, confiadamente al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y alcanzar la gracia de un auxilio oportuno. Él dirigió durante su vida terrena, súplicas y plegarias, con fuertes gritos y lágrimas, a aquel que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su humilde sumisión. Y, aunque era Hijo de Dios, aprendió por medio de sus propios sufrimientos qué significa obedecer. De este modo, él alcanzó la perfección y llegó a ser causa de salvación eterna para todos los que le obedecen. Palabra de Dios.

Evangelio de hoy.

Juan 18,1-19,42: "La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo".

Apresaron a Jesús y lo ataron.

En aquel tiempo, Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Entonces Judas tomó un batallón de soldados y guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos y entró en el huerto con linternas, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que iba a suceder, se adelantó y les dijo: "¿A quién buscan?" Le contestaron: "A Jesús, el Nazareno". Les dijo Jesús: "Yo soy". Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles: "Yo soy", retrocedieron y cayeron a tierra. Jesús les volvió a preguntar: "¿A quién buscan?" Ellos dijeron: "A Jesús, el Nazareno". Jesús contestó: "Les he dicho que soy yo. Si me buscan a mí, dejen que estos se vayan". Así se cumplió lo que Jesús había dicho: "No he perdido a ninguno de los que me diste". Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió a un criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro: "Mete la espada en la vaina. ¿No voy a beber el cáliz que me ha dado mi Padre?".

Llevaron a Jesús primero a Anás.

El batallón, su comandante y los criados de los judíos apresaron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año. Caifás era el que había dado a los judíos este consejo: "Conviene que muera un solo hombre por el pueblo". Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló con la portera e hizo entrar a Pedro. La portera dijo entonces a Pedro: "¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?" Él dijo: "No lo soy". Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose. El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina. Jesús le contesto: "Yo he hablado abiertamente al mundo, y he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, sobre lo que les he hablado. Ellos saben lo que he dicho yo"... Apenas dijo esto, uno de los guardias le dio una bofetada a Jesús, diciendo: "¿Así contestas al sumo sacerdote?" Jesús respondió: "Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?" Entonces Anás lo envió atado a Caifás, el sumo sacerdote

¿No eres tú también uno de sus discípulos? No lo soy.

Simón Pedro estaba en pie, calentándose, y le dijeron: "¿No eres tú también uno de sus discípulos?" Él lo negó diciendo: "No lo soy". Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le había cortado la oreja, le dijo: "¿Qué no te vi yo con él en el huerto?" Pedro volvió a negar, y enseguida canto un gallo.

Mi Reino no es de este mundo.

Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era muy de mañana y ellos no entraron en el palacio para no incurrir en impureza y poder así comer la cena de Pascua. Salió entonces Pilato, donde estaban ellos, y dijo: "¿De qué acusan a este hombre?" Le contestaron: "Si este no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos traído". Pilato les dijo: "Pues llévenselo y júzguenlo según su ley". Los judíos le respondieron: "No estamos autorizados para dar muerte a nadie". Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir. Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo: "¿Eres tú el rey de los judíos?" Jesús le contestó: "¿Eso lo preguntas por tu cuenta o te lo han dicho?". Pilato le respondió: "¿Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué es lo que has hecho?". Jesús le contestó: "Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores habrían luchado para que no cayera yo en manos de los judíos. Pero mi Reino no es de aquí". Pilato le dijo: "Con que, ¿tú eres rey?" Jesús le contestó: "Tú lo has dicho. Soy rey. Yo nací y vine al mundo para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz". Pilato le dijo: "Y ¿qué es la verdad?" Dicho esto, salió otra vez donde estaban los judíos y les dijo: "No encuentro en él ninguna culpa. Entre ustedes es costumbre que por Pascua ponga en libertad a un preso. ¿Quieren que les suelte al rey de los judíos?" Pero todos ellos gritaron: "¡No, a ese no! ¡A Barrabás". (El tal Barrabás era un bandido).

¡Viva el rey de los judíos!

Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza, le echaron encima un manto color púrpura, y acercándose a él, le decían: "¡Viva el rey de los judíos!", y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo: "Aquí lo traigo para que sepan que no encuentro en él ninguna culpa". Salió, pues, Jesús, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo: "Aquí está el hombre". Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y sus servidores, gritaron: "¡Crucifícalo, crucifícalo!" Pilato les dijo: "Llévenselo ustedes y crucifíquenlo, porque yo no encuentro culpa en él". Los judíos le contestaron: "Nosotros tenemos una ley y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios". Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más, y entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús: "¿De dónde eres tú?" Pero Jesús no le respondió. Pilato le dijo entonces: "¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?" Jesús le contestó: "No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor".

¡Fuera, fuera! Crucifícalo.

Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban: "¡Si sueltas a ese, no eres amigo del César!; porque todo el que pretende ser rey es enemigo del "César". Al oír estas palabras, Pilato sacó a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman "el Enlosado" (en hebreo Gábbata). Era el día de la preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos: "Aquí tienen a su rey". Ellos gritaron: "¡Fuera, fuera!, ¡crucifícalo!" Pilato les dijo: "¿A su rey voy a crucificar?" Contestaron los sumos sacerdotes: "No tenemos más rey que al César". Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.

Crucificaron y con él a otros dos.

Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, se dirigió hacia el sitio llamado "la Calavera" (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio Jesús. Y Pilato mandó escribir un letrero y ponerlo encima de la cruz; en él estaba escrito: "Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos". Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca del lugar donde crucificaron a Jesús y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos le dijeron a Pilato: "No escribas: "El rey de los judíos", si no, "Este ha dicho: Soy el rey de los judíos". Pilato les contestó: "Lo escrito, escrito está".

Se repartieron mi ropa.

Cuando crucificaron a Jesús, los soldados, cogieron su ropa, e hicieron cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba a abajo. Por eso se dijeron: "No la rasguemos, sino que echemos suertes, para ver a quién le toca". Así se cumplió lo que decía la Escritura: Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica. Esto hicieron los soldados.

Ahí está tu hijo - Ahí está tu madre.

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre: "Mujer, ahí está tu hijo". Luego, dijo al discípulo: "Ahí está tu madre". Y desde aquella hora, el discípulo se la llevó a vivir con él.

Todo está cumplido.

Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura, dijo: "Tengo sed". Había allí un jarro lleno de vinagre. Los soldados sujetaron una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a la boca. Jesús probó el vinagre y dijo: "Todo está cumplido", e inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

Inmediatamente, salió sangre y agua.

Entonces, los judíos, como era el día de la preparación de la Pascua, para que los cuerpos de los ajusticiados no se quedaran en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día muy solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y los quitaran de la cruz. Fueron los soldados, le quebraron las piernas a uno y luego al otro de los que habían sido crucificados con él. Pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con la lanza e inmediatamente salió sangre y agua. El que vio da testimonio de esto y su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera lo que dice la Escritura: No le quebrarán ningún hueso; y en otro lugar la Escritura dice: Mirarán al que atravesaron.

Vendaron el cuerpo de Jesús y lo perfumaron.

Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que lo dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mezcla de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos, con esos aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo, donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la preparación de la Pascua y el sepulcro estaba cerca, allí pusieron a Jesús". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión Papa Francisco.

El Evangelio de hoy nos muestra que, de frente a la Cruz de Jesús, vemos casi hasta tocar con las manos cuánto somos amados eternamente; de frente a la Cruz nos sentimos "hijos" y no "cosas" u objetos, como afirmaba San Gregorio Nacianceno dirigiéndose a Cristo con esta oración:

"Si no existieras tú, oh mi Cristo, me sentiría criatura acabada. He nacido y me siento disolver. Como, duermo, descanso y camino, me enfermo y me curo. Me asaltan innumerables afanes y tormentos, gozo del sol y de cuánto fructifica la tierra. Después muero y la carne se convierte en polvo como la de los animales, que no tienen pecados. Pero yo, ¿qué tengo más que ellos? Nada, sino Dios, si no existieras tú, oh Cristo mío, me sentiría criatura acabada. Oh, nuestro Jesús, guíanos desde la Cruz hasta la resurrección y enséñanos que el mal no tendrá la última palabra, sino el Amor, la Misericordia y el Perdón. Oh Cristo, ayúdanos a exclamar nuevamente: ayer estaba crucificado con Cristo, hoy soy glorificado con Él. Ayer había muerto con Él, hoy estoy vivo con Él. Ayer estaba sepultado con Él, hoy he resucitado con Él".

Finalmente, todos juntos recordemos a los enfermos, recordemos a todas las personas abandonadas bajo el peso de la Cruz, para que encuentren en la prueba de la Cruz la fuerza de la esperanza, de la esperanza de la Resurrección y del amor de Dios... (Homilía del Papa Francisco sobre el Evangelio de hoy, 19 de abril, 2014)

Evangelio del día (video).

¿Qué mensaje tiene Dios para mí en el día de hoy?  Escucha la meditación en audio del Evangelio de hoy sábado, según San Juan 18,1-19,42: "Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María Magdalena", con el Padre John Montoya.

Pidamos ayuda al Espíritu Santo, para que nos ayude a meditar la reflexión de las lecturas de hoy sábado.

Intenciones del día.

En el Evangelio de hoy sábado, según San Juan 18,1-19,42, leemos: "Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María Magdalena". ¿Qué nos dice el Evangelio del día de hoy? La Palabra diaria nos presenta el relato completo de la pasión y muerte de Jesús, desde su arresto en el huerto de Getsemaní hasta su crucifixión, muerte y sepultura.

  • ¿Qué me dice este texto del Evangelio del día?
  • ¿Cómo aplicaría a mi vida las lecturas de hoy?

Escribe en los comentarios tus peticiones de oración que el Evangelio de hoy sábado haya podido suscitar en ti, o todas aquellas cosas que llevas guardada dentro. Recuerda el mensaje de hoy del Evangelio del día, según San Juan 18,1-19,42: "Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María Magdalena". Estaremos orando por tus intenciones.

Audio Evangelio: Padre John Montoya

Redacción y edición: Qriswell Quero, PildorasdeFe.net

pildorasdefe qriswell quero firma autorQriswell Quero, Venezolano, esposo y padre de familia, servidor, ingeniero y misionero de la fe. Comprometido con el anuncio del Evangelio. Creyente sólido de que siempre existen nuevos comienzos. Quien a Dios tiene nada lo detiene.